HOY LOS LÍMITES AUTORITARIOS NO VAN NI A LA ESQUINA

Entrevista de Máximo Soto

¿Por qué los chicos enfrentan a sus padres como si tuvieran la misma edad y la misma experiencia? ¿Por qué son capaces de maltratar a los suyos como nunca antes había ocurrido? ¿Por que entre los adolescentes se han esparcido las adicciones y han crecido las manifestaciones de violencia? ¿Por qué la mayoría de los chicos tienden a fracasar en sus estudios? ¿Por qué los chicos quieren todo ahora mismo? ¿Por qué se encierran en su cuarto? ¿Por qué se pasan frente a la pantalla de la computadora o con los video juegos?

Claudia Messing se ha dedicado durante años a investigar intensamente esos temas a partir del profundo cambio que se ha operado en el psiquismo de los niños y jóvenes por el cual se identifican masiva e inconscientemente desde la cuna con el adulto, con su lugar y con sus historias, quedando desde muy chicos en una posición de seudoadultez imaginaria, de autosuficiencia, saber y poder, que los deja solos interiormente, sin apoyos internos, como pares o por encima de los propios adultos. Esta situación provoca crisis familiares, y una dramática desorientación en los padres.

Fruto de años de las investigación de Messing es su libro “Simetrías entre padres e hijos. Efectos de la mimetización inconsciente con los adultos a nivel emocional, vocacional y social”

Claudia Messing que es Licenciada en Psicología y Sociología (UBA) y dirige la Escuela de Post-Grado en Orientación Vocacional Vincular-Familiar, se ha especializado en la clínica, la investigación y la difusión de la simetría en los vínculos familiares. Dialogamos extensamente con ella sobre los problemas que viven padre e hijos en la actualidad.

Periodista: ¿Qué es la simetría entre padres e hijos?

Claudia Messing: La simetría entre padres e hijos se conoce bastante en algunos de sus aspectos. Se sabe del vínculo de igual a igual que existe entre padres e hijos. Se habla de la falta de límites. Estos temas aparecen permanentemente en los medios, en la sociedad, en la vida real, a nivel educativo. Lo que quiero aportar a este tema es un aspecto desconocido: que la simetría entre padres e hijos es inconsciente. Se trasmite desde el vamos. Los chicos desde que tienen un año o dos se sienten igual que los padres, tan adultos como los padres, copian a los padres. Antes los chicos se identificaban con el padre, querían ser como él, ahora es como si lo fueran. El fenómeno que se ha producido es que copian una función de igual a igual que los hace sentirse seudo adultos, autosuficientes, se ponen en un lugar de saber y poder que les hace mucho daño. Y en el universo familiar afecta a cada uno de diferentes maneras y en diferentes aspectos. Esta actitud cubre desde niños a jóvenes no tan jóvenes, es un fenómeno que abarca a una generación hasta que tiene 40 años.

P.: Usted advierte sobre la mutación que se viene observando y acentuando en las conductas de las últimas generaciones.

C.M.: Se ha dado una transformación a nivel general, social, que tiene que ver con el cambio en los vínculos familiares, con la gran cercanía que existe en los vínculos actuales, que son cercanos, demostrativos, afectuosos, lo cual es absolutamente positivo, pero sin querer se ha generado que el chico desde que es muy chiquitito se siente un adulto.

P.: ¿En qué se ve eso?

C.M.: Se manifiesta en el vínculo que tienen los padres con los hijos. Uno de los principales defectos de la simetría, tal vez el más doloroso es la hiper exigencia. El chico como se siente un adulto exige saber y poder ya mismo, sin darse tiempo para procesar y aprender. Entonces, si algo no le sale exactamente como el quiere se frustra o se desmotiva y abandona. Los chicos que pretenden tener respuestas inmediatas, y no las tienen, no tienen la tolerancia a la frustración que existía antes, sino que inmediatamente sienten que fallaron y que no pueden.

P.: ¿Cuándo surge la investigación de su obra?

C.M.: Mi libro muestra los resultados de una investigación que hice en un recorrido de muchísimo tiempo de trabajo. Comenzó en 1989 y se fue desarrollando a través de los años. Fue así como descubrí el vínculo de igual a igual y de la simetría a nivel inconsciente. En la investigación tomé un cuestionario a 764 jóvenes, y les pedí que dibujaran un árbol. El árbol es elemento proyectivo más inconsciente del ser humano. También les pedí que le colocaran a ese árbol una edad y tres adjetivos. Uno de los datos más impresionantes que se ve en ésa investigación es que sus árboles son viejos o adultos, son de 60, 70, 80 años. Los chicos se siente que ya están en un lugar de saber y de adultez. Si el chico se siente de esas edad, es que ya vivió, ya sabe y, por lo tanto, no tiene una gran disposición para aprender. Por lo tanto lo primero que se daña con esta simetría es la motivación hacia el aprendizaje. Pueden ser sorprendentes dado que la falta de represión que tienen los jóvenes ahora hace que capten una cantidad de información impresionante y pueden ser realmente brillantes, pero no tienen actitud de aprendizaje. Entonces, en el vínculo cotidiano se vuelven muy exigentes con ellos mismos y con los otros. Son muchísimo más intolerantes, y muchísimos más desmotivados e insatisfechos en cuanto a sus objetivos. Si no pueden sostener sus objetivos es justamente porque apenas no les salen piensan que no les sirven. Una de las frases que les propongo, para saber si se sienten o no identificados con ella, es: “siento que no puedo fallar, qué no me puedo equivocar”. El 50% se siente identificado con esa frase. Otra frase es: “si fallo o me equivoco me enojo demasiado o me desmoralizo”. Esta la consideró como suya otros 50% de los chicos encuestados. El 88% de los chicos, casi el 90%, se siente identificado con uno o más síntomas de super exigencia.

P.: ¿Esta investigación la desarrolló en amplios sectores?

C.M.: Abarcó todo el país, y contestaron miembros de todas las clases sociales. El síntoma de hiper exigencia y no aceptar el fracaso, está corroborado por trabajos de otros investigadores. El mayor problema de los chicos es el temor a fallar y equivocarse con la carrera que elijan, por ejemplo. Esto atraviesa todos los vínculos y todas las clases sociales, porque el problema es que el chico puede salir de la casa, no por la carrera sino, simplemente, porque no cree que haya ninguna autoridad por encima de él. Uno de los efectos de la simetría es que el chico es su propia autoridad, tiene sus propios valores, sus propios criterios. Es muy difícil que penetre un criterio de un adulto en un chico de esta generación, hasta en uno muy chiquitito. Un chico chiquito hoy se asusta de algo y no se deja proteger por los padres, se siente solo, siente que él mismo se tiene que proteger, por eso los cuadros de pánico y de angustia son tan impresionantes. Por eso los chicos se medican, como nunca ocurrió en la historia de la humanidad. Y esto ocurren en el mundo. En Inglaterra, según estadísticas hay un millón y medio de chicos medicados por síntomas de depresión, tendencia al suicidio, entre otros. Eso tiene que ver con otro de los efectos de la simetría. Como el chico está de igual a igual con los padres, copia a los padres, se contagia emocionalmente de los padres y carga con todo los que los padres sienten, y hasta con los padecimientos de la historia paterna y materna. Entonces uno de los motivos por los cuales los chicos se medican, además de por la hiper exigencia, es por el contagio emocional que tienen de los padres.

P.: ¿Cómo pude ser que un chiquito tenga que ser medicado?

C.M.: Es algo nunca visto. A quien habría que medicar o tratar es a la madre y al padre para saber que es lo que está pasando con ese chico que se carga de ésta manera y da éste síntoma. El déficit de atención (el famoso ADD, según sus siglas en inglés) y con impulsividad (que denominan ADHD) son síntomas de un trastorno neurológico en que los chicos son inquietos, hiperactivos y no se pueden concentrar. Hubo una época acá en que los docentes catalogaban al chico de ADD y le terminaban dando una medicación que ya en Estados Unidos se dejó de dar porque es peligrosa, afecta al crecimiento.

P.: ¿Por qué cree usted que pasa eso?

C.M.: Porque el chico no es contenido. Sus padres no saben contenerlo. Y el chico tiene una hiper inquietud que no puede consigo mismo.

P.: ¿Cuál es la forma de enfrentar esos problemas?

C.M.: Lo que propongo es, primero es reconocer que los chicos son simétricos desde que nacen. Esto parte de una investigación reciente a la que he llegado casi por casualidad, de tanto tratar éste tema. Un día me dije: pero, esto es inconsciente, no es que los padres lo producen a partir de determinada edad. Si todavía no se sabe que esto es inconsciente, no se han desarrollado dispositivos a nivel educativo para empezar tratar con esto. El principal camino es el nivel educativo porque si yo como padre se que mi hijo se ubica de igual a igual, y se cree adulto, voy a saber contenerlo, le voy a decir otras cosas, voy a hablar con él de otra manera, y voy a saber mucho más de la importancia de mi rol, y de mi necesidad de contención. Si a nivel educativo en los jardines de infantes se empieza a trabajar con la simetría con los padres y con los chiquititos, vamos a salir adelante, se va a flexibilizar la simetría. Pero si encima no sabemos lo que está ocurriendo y sólo se le habla a los padres de que les pongan límites a los chicos, lo cual está muy bien, pero ¿cómo se le van a poner límites a un chico si no se sabe como piensa profundamente y cómo ve la vida?

P.: ¿Qué hacen hoy los padres ante esta necesidad de fijar límites?

C.M.: Los padres están muy despistados, por algo se insiste tanto sistemáticamente en las recomendaciones de que se pongan límites. Pero eso hoy poner límites a los chicos y a los jóvenes es mucho más difícil que antes. Los padres se ven con alguien que se les enfrenta de igual a igual o que se angustia por cualquier tipo de recomendación. Otra de las consecuencias de la simetría es la fragilidad, la sensibilidad extrema. Si un chico se cree adulto, tan adulto como los padres, y el padre le da recomendaciones, le da concejos, el chico siente que no es valorizado, que su palabra no es suficientemente estimada por los padres, y se enoja, se mortifica.

P.: ¿Su propuesta es que los padres vuelvan a ser padres?

C.M.: Mi propuesta es que los padres conozcan la dificultad. No quiero castigar a los padres, porque los padres están muy desorientados. Los padres que vengo atendiendo desde hace años en mi consultorio, son padres preocupados por sus hijos, que no saben qué hacer. Los padres tienen que ser ayudados a entender con que problemática nos encontramos, para que después puedan tener recursos para enfrentar el problema. No se trata de ejercer la autoridad al modelo autoritario porque van a fracasar. Hoy los límites autoritarios no van ni hasta la esquina. Los chicos se han vacunado con nuestra propia rebeldía al autoritarismo, entonces no van a aceptar algo que no sea consistente y firme. Por tanto, los padres tienen que ser firmes, consistentes, conectados, y saber llegar al chico y convocarlo. Uno de los principales recursos que les doy a los padres es que lo único que no deben permitir es el maltrato en la comunicación, ese es el límite más importante que tiene que haber entre padres e hijos.

P.: ¿Es una forma de romper con la simetría, con que se crean iguales o superiores a los padres?

C.M.: Simetría quiere decir coincidencia exacta en el tamaño y posición de las partes de un todo. El chico simétrico se siente tan grande como sus padres, que tiene el mismo tamaño, la misma posición, pero por otro lado no se terminó de discriminar, no hay una suficiente separación entre el chicos y los padres. Si no se es un individuo totalmente separado, es muy difícil para el tomar decisiones, ir hacia el mundo con convicción.

P.: ¿Se cree superior y a la vez teme estar desprotegido?

C.M.: Se cree un adulto, y lo que tiene es una autosuficiencia imaginaria, en la realidad es totalmente dependiente de sus padres. A ese chico le cuesta crecer, le cuesta asumir sus responsabilidades, les cuesta hacerse cargo de si mismos, necesita de los padres para que los ayuden en todo. Y, igualmente, se cree autosuficiente, por eso es tan difícil acceder a él.

P.: ¿Por qué es tan difícil acceder?

C.M.: Si yo estoy confundido con el otro, pretendo del otro una adivinación, pretendo del otro que me interprete totalmente, y me fastidio con cualquier insistencia en una pregunta, con cualquier vigilancia que creo exagerada, con cualquier comentario porque yo, por un lado soy autosuficiente, y por otro, me estás invadiendo. Es por todo esto que si el padre no permite que haya maltrato en la comunicación se logra la separación yo – no yo, se logra que el chico entienda que uno es un ente separado al que tiene que acceder a través de la comunicación. Con el respeto en la comunicación se va armando esa diferencia que no está muy clara en su cabeza. Los padres deben instrumentar: hablar con respeto, pero exigir respeto. Respeto no es sólo no decir malas palabras. Respeto es que no haya mal humor, que no se ponga en la mesa cara de total inconformidad y que se coma con ese clima. Maltrato es que el chico se encierre en su pieza y no deje entrar bajo ningún aspecto a los padres. El maltrato tiene que ver con formas de convivencia que no son hostiles abiertamente pero que generan mucho malestar. Es a esto a lo que hay que apuntar para favorecer ésta discriminación familiar del yo, que el chico no tiene instalada. Además, de esa manera, se les va a dar una contención que después genera autocontención. Pero los padres se confunden creyendo que los límites pasan por: no te dejo ir a tal lado, o no te dejo salir. Los límites pasan por el respeto en la convivencia, por ir educando cotidianamente al chico en que registre que el padre, la madre, son personas con vida propia, con sentimientos propios, y que el chico no pude invadir con su malhumor, con su maltrato. En la adolescencia los grandes problemas de los padres son las puertas cerradas.

P.: Y los chicos encerrados con los videos juegos, o chateando con la computadora.

C.M.: Eso tiene que ver con otro de los múltiples aspectos de la simetría, el de la desconexión emocional. En la adolescencia el chico busca tener su intimidad frente al empuje puberal. Ahora, al estar tan indiscriminados, y tan cercanos y tan “yo soy tan adulto como mis padres”, la desconexión emocional a la que recurren para obtener algún tipo de separación es muchísimo mayor que antes. Y es permanente y consistente. Para zafar de sus padres el chico se desconecta emocionalmente de los padres y de si mismo, y así queda desconectado del mundo. Esto hace que le cueste tanto motivarse, porque un recurso que tendría que ser transitorio se convierte en permanente. Al estar desconectado emocionalmente surge la búsqueda de emociones fuertes, el alcohol, la velocidad, las situaciones intensas. En mi investigación el 60% de los chicos se siente desmotivado, 88% hiper exigido, 40% desconectado emocionalmente y 30% recurren al alcohol y la velocidad para sentirse bien.

P.: ¿Observó el tema de la violencia de los adolescentes?

C.M.: Si el chico tienen sus propios valores, no hay jerarquías en su cabeza, y si además está desconectado emocionalmente, es capaz de hacer cualquier cosa. La violencia no es sólo a nivel delictivo, es en la escuela, entre los compañeros, en el “no me gusta la cara que ponés”. Esto se combina con lo que se denomina: falla en el pensamiento simbólico. La simetría trae un fallo en el pensamiento abstracto y en el simbólico. Quiero decir con esto que las palabras se transforman en cosas, un comentario de un compañero lo viven como un ladrillo en la cabeza y despierta muchísima violencia. Se toma lo simbólico como literal y real. Esto con la sobrecarga que tienen, la desconexión emocional, los estímulos de los videojuegos y de la televisión, o de los mismos compañeros, se transforma rapidísimo en violencia. “Vos decís algo que no me gusta, yo me siento totalmente mortificado, la agresión la siento total, entonces puedo hasta sacar un revolver y matarte, si no me gusta como me estás tratando”. Imaginemos lo que esto es en sectores sociales pauperizados, sin ningún tipo de contención, y hasta con una ideología que favorece el robo, que se sienten con derecho a la apropiación sin reglas: cualquiera se siente vulnerado en sus derechos y por lo tanto legitimado para tomar la violencia por mano propia.

P.: Pareciera que los chicos se pasean por los extremos.

C.M.: El panorama es amplio y complejo. Así como están los que no aceptan la autoridad, y se sienten con derechos y se los toman, y otros sienten que no encuentran lo que está de acuerdo a sus expectativas, y se sienten muy frustrados, muy lastimados consigo mismos, y por eso le baja la autoestima, por eso en un día la alteración del ánimo de los chicos es impresionante. Se levantan bien, terminan con un ¡Basta!. Hay hoy una muchísima mayor vulnerabilidad en el ánimo de los jóvenes. Tienen muy fuertes fluctuaciones. Es que si todo es literal y hay desconexión emocional, es muy difícil digerir la realidad, como es muy difícil proyectar algo a largo plazo, como es muy difícil moderar y jerarquizar. Todo es definitivo, todo es ya y ahora, y para siempre. A través de un conocimiento real de esta situación lo que he buscado es que tanto los padres como los jóvenes vivan mejor.