HAY CHICOS QUE TRUCHAN EL DNI Y EL REGISTRO CON AVAL PATERNO

Lo hacen para poder conducir autos antes de la edad reglamentaria y para entrar a los boliches y consumir alcohol sin tener 18 años. Es una tendencia peligrosa, ya que adulterar documentos está penado por la ley.

Por:  Guillermina de Domini

Cómo reconocer las medidas de seguridad

“Quisiera ser grande, quisiera ser grande”, desea el personaje de Tom Hanks frente a la bola de cristal de Zoltar. El mago de la máquina de la fortuna de un parque de diversiones un día después hace realidad su sueño. “Quisiera ser grande”, una película de 1988, no es más que un reflejo de lo que sucede hoy entre los adolescentes. Según cuentan algunos de ellos a Clarín, quieren la mayoría de edad para hacer lo que hacen los adultos: “Ser independientes”, como dice Javier M. (16), de La Plata.

En Capital Federal y el conurbano hay chicos de entre 14 y 17 años que crean una licencia de conducir falsa y hasta adulteran el Documento Nacional de Identidad (DNI) o la cédula, con el consentimiento de los padres. Lo hacen para poder ingresar a los boliches y beber alcohol. También para conducir antes de la edad reglamentaria.

“Yo lo hice. Todo el mundo lo hace. Si no, no entrás a ningún lado. Me hice un registro trucho. Le pedí uno de verdad a mi primo, lo escaneé, le borré la foto, puse la mía, lo imprimí y listo. Después te tenés que comprar las figuritas que brillan y plastificarlo”, cuenta Alejandro B. (17), de Colegiales. “Cuando le dije a mi papá me dijo que tuviera cuidado de que no me agarraran.”

Los chicos admiten que los padres están al tanto y que son ellos quienes les dan el “ok” para sortear las barreras de seguridad. También lo confirmaron desde la Policía Federal y lo admiten algunos relacionistas públicos de los boliches más reconocidos. “Es más fácil falsificar los documentos viejos porque no tienen la filmina que cubre la foto y el papel no es filigranado como el de ahora”, explican en la Policía.

“A mí no me parece mal. Yo lo autoricé a mi hijo porque confío en él y también para sacármelo de encima. Total, en menos de un año cumple 18, es momento de que aprenda a decidir por él mismo”, explicó Alicia G. (59), madre de Luka G.F., otro chico de 16 años, de Béccar, que se creó un carné de conducir porque en la puerta de un boliche de la Costanera no le creían. Había mostrado su antiguo DNI adulterado. “Le cambié el último año de mi nacimiento con una birome, pasé la primera puerta pero después se dieron cuenta. Hasta que me contaron que la mejor era hacerse el registro”, dice.

Los chicos tienen dos métodos para adulterar. El más simple es la modalidad que tomaban antiguamente y que por lo general se veía entre las chicas: fotocopiar su DNI, cambiar la fecha de nacimiento y volverla a fotocopiar. Si no, usan una birome y lo hacen sobre el mismo documento. Pero sólo si es el DNI anterior a 1999, que no poseía la filmina que cubre la foto. Ahora, utilizan el photoshop o tan sólo el Paint.

También hay diferentes páginas de Internet donde pueden descargar programas de edición de imágenes como el paint.net, the grimp o el photoscape. Y hasta se discute en foros específicos. Allí, hay madres que preguntan cuán grave es adulterar el DNI de su hijo para no perder un año de estudio en el colegio.

Desde la tragedia de Cromañón, las restricciones son más rigurosas en las puertas de los boliches o bares. Si permiten ingresar a un menor, la multa para los dueños es de hasta 50.000 pesos y 20 días de clausura. “En cuanto a los chicos, la pena por adulterar va de seis meses a un año de prisión”, dijo Guillermo Fanego, abogado penalista (ver Qué dice…).

“Los padres estan corriéndose del lugar de autoridad, los están autorizando para burlar la ley”, señaló Claudia Messing, psicóloga y socióloga, a Clarín (ver La obligación…). Una tendencia, en suma, muy peligrosa.

La corrupción en el living

Eduardo San Pedro

Un poco de irresponsabilidad en los adolescentes es, si se quiere, inevitable. Pero cuando a esa liviandad se le suma la falta de escrúpulos de los padres, el asunto es serio. ¿Es posible que algunos mayores permitan que sus hijos falsifiquen documentos públicos con tal de sacarse un problema de encima? En la Argentina de hoy, donde muchos de esos mismos padres se llenan la boca reclamando transparencia en la política y claridad institucional, esa muestra de corrupción nacida en el hogar es absolutamente posible. Indigna, pero es así.

Qué dice la ley

Según el artículo 292 del Código Penal de la Nación, “Cualquiera que falsifique su documento podrá ser reprimido con reclusión o prisión de uno a seis años. El que hiciere en todo o en parte un documento falso o adultere uno verdadero”

Si se comprobase la participación del padre o madre estos podrían merecer un reproche criminal por aplicación del art. 45. Hay que acreditar que participó o ayudó en la confección del documento adulterado. Además, hay discrepancias doctrinarias en cuanto a la participación o posibilidades de involucrarse en hechos cometidos por un menor de edad pero de menos de 16 años y otro mayor de 16.

Los menores de 16, que hayan cometido un delito, no son sujetos de punición penal. En cambio, los mayores son sometidos a las reglas que le imponga el Tribunal de Menores hasta los 18 años. En caso de cumplir con todas las imposiciones judiciales no le aplican una sanción penal.

Es difícil acreditar la efectiva participación criminal de un padre respecto del ilícito de falsificación de documento de identidad. Hay que analizar cada caso en particular.

La obligación de poner límites

Por:  Claudia Messing
Fuente: Licenciada en Psicología y Sociología (UBA).

Los jóvenes actuales tienen mucha menor tolerancia a la frustración y los padres mucha menor capacidad para contenerlos y ayudarlos a aceptar límites y frustraciones. No tienen demasiada posibilidad de reflexionar o cuestionarse lo que van a hacer sino que ceden fácilmente a los impulsos. El efecto de contagio emocional entre los propios amigos así como de los estímulos de los medios de comunicación también es más intenso, porque carecen de contornos firmes y puntos de apoyo fuertes para diferenciarse del otro. Muchos padres que renuncian a su tarea educativa y de transmisión de límites y valores, pensando que así van a hacer su propia experiencia, se equivocan porque no es fácil para los jóvenes poder aprender y procesar la experiencia. Poner límites hoy es una tarea indelegable pero mucho más compleja, que requiere de firmeza, afecto y confianza en las propias percepciones y emociones.

https://www.clarin.com/diario/2008/05/16/sociedad/s-03001.htm