Efectos de la mimetización inconsciente con los adultos a nivel emocional, educativo, vocacional y social

Se ha señalado a las relaciones simétricas entre padres e hijos como una de las mayores problemáticas de la educación actual. Esta investigación tiene por objeto demostrar un aspecto desconocido de las mismas, que es su carácter estructural, involuntario e inconsciente. La simetría o mimetización con el adulto es una modificación estructural del psiquismo de niños y jóvenes, que es transmitida inconscientemente por los padres y no depende de su voluntad, pero se puede reforzar, atenuar o flexibilizar a partir de las actitudes de los mismos. Este hallazgo proporciona una nueva perspectiva para explicar y abordar las dificultades en la crianza, educación y contención de niños y jóvenes, así como para el tratamiento y prevención de las nuevas sintomatologías emocionales, educativas, vocacionales y sociales.

 

Los niños y jóvenes actuales se mimetizan o identifican inconscientemente desde la cuna con el adulto, con su lugar y con sus historias, colocándose desde muy pequeños en una posición de paridad, “seudoadultez imaginaria”, de completud, autosuficiencia, saber y poder, que los deja solos interiormente, sin apoyos internos, como pares o por encima de los propios adultos.

 

El síntoma privilegiado de la “simetría inconsciente” es la hiperexigencia y el temor al fracaso que provoca, ya que si son adultos deberían saber y poder “ya mismo”, sin tener que aprender. Este cambio los expone a todo tipo de sintomatologías por las consecuencias emocionales e  intelectuales que provoca, entre ellas, intolerancia a la frustración, fuertes fluctuaciones en la autoestima, desmotivación, desinterés, insatisfacción, desconexión emocional, conductas fóbicas ante el aprendizaje y cualquier tipo de compromiso, indiscriminación yo-no yo, fallas en la posibilidad de

jerarquizar en la vida cotidiana y en el estudio, en su capacidad para el pensamiento abstracto y simbólico (todo se vive a un nivel concreto), en la aceptación de limites y limitaciones, contagio emocional y mimetización con las figuras parentales y sus respectivas historias. Su desconocimiento impide poner en marcha estrategias adecuadas para poder prevenir y tratar sus consecuencias en el plano educativo, emocional, vocacional y social.

 

Los gravísimos síntomas de violencia, maltrato, desconexión emocional, adicción a vínculos simbióticos, conductas de riesgo, ingesta de bebidas alcohólicas, y consumo de sustancias, dificultades en las posibilidades de contención y puesta de límites por parte de los padres, las patologías actuales y de descontención en la infancia catalogadas apresuradamente en numerosas oportunidades como trastornos neurológicos (ADD, ADHD); la desmotivación y las fuertes dificultades frente al aprendizaje, el fracaso y el abandono en los estudios, stress, los síntomas de ansiedad, fobias, ataques de pánico, dificultades en la sexualidad, etc. que a diario nos conmueven, encuentran en la simetría inconsciente y su interacción con el contexto, una nueva base de comprensión para encarar renovados caminos de tratamiento y prevención.

 

      FUNDAMENTOS TEÓRICOS

1- “LA SIMETRÍA COMO CAMBIO EN LA SUBJETIVIDAD.

     Los padres han flexibilizado sus roles dentro de las familias y nunca como hasta ahora se ha avanzado en cercanía e inclusión en el vínculo con los hijos, pero se ha generado como consecuencia indeseada una falta de diferenciación entre padres e hijos que afecta profundamente el proceso madurativo y de salida al mundo exterior de los mismos. Más allá de los cambios que atraviesan a las familias actuales en sus modos de organización, familias ensambladas, consensuadas, monoparentales, homoparentales, etc. y de las distintas dosis de autoritarismo y/o violencia que todavía persisten en los vínculos actuales, los padres establecen con sus hijos vínculos mucho más cercanos, demostrativos y afectuosos, pero a la vez más simétricos e indiscriminados.

     Se puede establecer una edad de corte de aquellos que han sido educados en este nuevo modelo de crianza incluyendo a los que hoy tienen hasta cuarenta años aproximadamente[1]. Esta edad, que surge de la clínica, coincide a la vez con un momento histórico particularmente significativo dentro del proceso de caída del modelo patriarcal producido por el Mayo Francés de 1968. Este episodio de movilización estudiantil que arrastra a la clase obrera marca un hito, por las repercusiones que tuvo en el mundo en términos de transformación de los vínculos familiares y liberalización de las costumbres y también marca de alguna manera el momento de pasaje de la sociedad disciplinaria, fordista, industrial, a las sociedades post-industriales, flexibles, globalizadas del mundo actual. La mayoría de los que hoy son adultos, padres de jóvenes, fueron a su vez jóvenes en el mayo francés, en el Cordobazo argentino, etc.

Ya sea entonces por el cuestionamiento al modelo autoritario o por mandatos de autosuficiencia que se arrastran de generaciones anteriores (por pérdidas tempranas o secuelas del corte traumático que significó la inmigración), los padres de esta generación se han ubicado respecto a sus propios padres en una posición de paridad quebrando el modelo de autoridad anterior. Esta situación simétrica que fue determinada por fallas reales en los apoyos primarios, o construida a partir del enfrentamiento concreto a un modelo autoritario se transmite inconscientemente a las generaciones actuales de una manera masiva, involuntaria y generalizada. Los hijos se mimetizan, se identifican inconscientemente desde la más tierna infancia con la autosuficiencia y la falta de apoyo de sus padres, ubicándose  interiormente como “adultos” en una posición imaginaria de poder y saber aunque en la realidad sean totalmente dependientes y sus vínculos no sean en absoluto conflictivos. La posición de paridad y simetría que se transmite inconscientemente, luego se confirma a través de múltiples actitudes cotidianas como elexceso de confidencias, de protagonismo, de explicaciones, de dependencia emocional, de falta de límites y confusión de roles, de confrontación con ellos de igual a igual, que los termina confirmando y reafirmando en este lugar de iguales.

 

La simetría, es una mimetización, una copia, una identificación masiva inconsciente con el lugar del adulto y con sus historias, que ubica a niños y jóvenes en una posición de seudoadultez imaginaria, de autoabastecimiento emocional, de completud, autosuficiencia, saber y poder, como pares de sus padres o por encima de los propios adultos. La simetría provoca como síntoma privilegiado una gran autoexigencia interna, porque “ya tendrían que saber y poder” sin darse tiempo para esperar y aprender. Así niños y jóvenes quedan solos interiormente aunque sean absolutamente dependientes en la realidad, sin poder internalizar el apoyo en sus figuras parentales, en una situación de stress y exigencia interior, con gran deterioro de la actitud, posibilidad y motivación hacia el aprendizaje y el conocimiento.

 

Simetría de acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española, es la “correspondencia exacta en forma, tamaño y posición de las partes de un todo”. Los hijos ubicados simétricamente se comportan como si tuvieran imaginariamente la misma forma, el mismo tamaño, la misma posición que sus padres, y a la vez como si todavía fueran las partes de un todo. Por eso no pueden registrar las diferencias yo, no-yo, se confunden con sus padres, se contagian de sus estados emocionales y mimetizan masivamente con sus historias como hijos. A partir de la distancia y la desconexión emocional a la que recurren para obtener algún tipo de separación, no logran reconectarse emocionalmente con ellos mismos, con sus propios deseos, identificar sus propios intereses, organizar y sostener sus propios proyectos vocacionales.

2- “EL DESCUBRIMIENTO DE LA SIMETRÍA INCONSCIENTE”

EL descubrimiento de la simetría inconsciente como cambio en la subjetividad ha sido un proceso que parte de la clínica con jóvenes y sus familias en 1989 desde la Organización Vincular[2]. Continúa con una investigación realizada en el 2002 entre 154 jóvenes de clase media y 84 familias atendidos terapéuticamente por el equipo de la Organización Vincular entre los años 1998 y 2002 (Messing, 2007). Allí se mostraba como en el 76% de las familias consultantes, el Modelo de vínculo predominante era el enfrentamiento de igual a igual entre padres e hijos y en un 14,2 %, eran los hijos autoritarios los que mandaban en la familia.  Al año siguiente, en el 2003, otra investigación realizada exclusivamente en el ámbito vocacional a partir de 158 consultas, mostraba como el porcentaje de hijos autoritarios que mandan en sus casas se había elevado al 27%.Estos rasgos de simetría, autoritarismo e indiferenciación que no eran registrados como problemáticos por los hijos – y en muchos casos por los mismos padres- hacía y todavía hace que los jóvenes vivan con gran naturalidad la desubicación en sus hogares disponiendo de los padres o de los recursos familiares como si fuesen propios, mientras conservan una valoración altamente positiva hacia sus familias.

 

Poco tiempo después, durante el trabajo de elaboración de “Desmotivación, insatisfacción y abandono de proyectos en los jóvenes”, (Messing, op.cit.) fue posible el acceso a la simetría como cambio en la subjetividad, como transformación psíquica inconsciente, masiva, generalizada, en la cabeza de los jóvenes que luego es reforzada o confirmada por el trato igualitario de los padres, pero no generada a partir de allí. El desconocimiento social, educativo y familiar de la simetría como cambio psíquico inconsciente y la confirmación involuntaria de los hijos en este lugar de paridad o poder por parte de los padres, compromete profundamente el desarrollo madurativo y de salida hacia el exterior de los jóvenes generando en la interacción con el medio externo múltiples sintomatologías actuales.

3. “CONSECUENCIAS DE LA SIMETRÍA INCONSCIENTE EN EL PLANO EMOCIONAL, EDUCATIVO, VOCACIONAL Y SOCIAL.

Las dificultades que atraviesan los padres para sostener y crear nuevos modelos de autoridad y contención en las familias -en el marco del desconocimiento de la simetría inconsciente como cambio de la subjetividad- se potencian y realimentan continuamente con las múltiples presiones y transformaciones del contexto. La sociedad post-industrial, flexible, globalizada, necesita de una subjetividad simétrica, flexible, volátil, fluida, individualista, hedonista, consumista, donde los niños desde pequeños -tratados como iguales- puedan tomar sus propias decisiones como consumidores.

La amenaza permanente de exclusión, la incertidumbre y la falta de certezas, el cambio de valores y paradigmas de la posmodernidad, el “fracaso” de los caminos tradicionales de ascenso social a través del trabajo y el estudio, la presión permanente del mercado y los medios de comunicación hacia el consumismo, exitismo, hedonismo, individualismo y facilismo, en el marco de un estado debilitado en su función reguladora se unen a los déficit de formación que arrastran de la educación secundaria produciendo nuevas sintomatologías emocionales, educativas y vocacionales que redundan en cronicidad o abandono de los estudios, e incremento de la marginalidad entre los jóvenes:

§  Hiperexigencia, intolerancia a la frustración y temor al fracaso.

§  Desmotivación, desinterés y apatía ante el mundo del afuera.

§  Fragilidad y falta de consistencia de sus intereses vocacionales.

§  Desconexión emocional de sí mismos y del mundo exterior.

§  Conductas fóbicas en el estudio y ante el compromiso con una carrera.

§  Fuertes dificultades de aprendizaje.

§  Deterioro del pensamiento abstracto y simbólico.

§  Contagio emocional, impulsividad y violencia

§  Marginalidad y abandono de los estudios superiores

Estas nuevas sintomatologías emocionales, educativas y vocacionales fueron analizadas en “Desmotivación, insatisfacción y abandono de proyectos en los jóvenes. Orientación Vocacional y Vínculos Familiares” dentro de la Colección Familia/s que dirige Eva Giberti enla Editorial Noveduc. Retomaremos sus conceptos centrales agregando nuevos desarrollos.

1. Hiperexigencia, inmediatez, intolerancia a la frustración y temor al fracaso.

 

Desde la posición de adultez y saber en la que están ubicados inconscientemente los jóvenes se exigen “saber” y si no lo logran, se desmotivan y desvalorizan profundamente. La posición de simetría genera una gran hiperexigencia, intolerancia a la frustración e intensos bloqueos frente al proceso de aprendizaje. En el momento de la elección de la carrera no existe la idea de proceso ni el permiso para poder equivocarse. Cualquier frustración es vivida como fracaso. Asimismo cualquier comentario adulto es vivido como crítica y desvalorización, produciendo una baja en su autoestima y también reacciones de violencia y abandono del hogar como las adolescentes que dejan su familia porque el novio no es aceptado. (“Me fugué porque no aceptaban a mi novio, Clarín. 22-08-04). Este lugar de “grandes” en el interior de sus casas, los paraliza en el mundo del afuera. Los jóvenes tienen un gran miedo al fracaso que los paraliza en sus proyectos y elecciones de carrera. Se hacen cargo masiva, concreta y puntualmente del mandato de éxito que transmite el mercado de consumo y los medios masivos de comunicación y también del temor de sus padres que presionan por carreras que les aseguren “el éxito” como si esto fuese atributo de alguna carrera. También se atemorizan frente al mundo del trabajo y aún estando recibidos no toleran la idea de equivocarse, tienen que saber antes de aprender, y esto los hacer rechazar posibles trabajos profesionales y vegetar en tareas como por ej. telemarketer por debajo de sus posibilidades de capacitación y formación. La posición de simetría ubica a los jóvenes en una posición de omnipotencia, en la cual está ausente la idea de proceso, de aprendizaje, por la cual se sienten terriblemente exigidos a no fallar, a no equivocarse. Según una encuesta de Gallup, la mitad de los jóvenes entrevistados entre 1000 personas de 18 o más años padecen stress, falta de energía o depresión en el último año (La Nación 23-10-07).

2. Desmotivación, insatisfacción, desinterés hacia el mundo del conocimiento, intereses frágiles e inconsistentes.

Al estar ubicados internamente en un lugar de saber nada les resulta lo suficientemente motivante o interesante. Estudiar se convierte más en obligación derivada de las presiones del medio que una verdadera motivación hacia el conocimiento. Los intereses vocacionales a partir de allí resultan frágiles e inconsistentes. Más del 40 % de 1000 jóvenes encuestados por el Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano entre octubre de 2003 y febrero de 2004 manifiestan “estudiar a desgano la carrera elegida”. El 50% de los jóvenes inscripto en el CBC de la UBA abandona sus estudios antes de acceder a la carrera y sólo el 20% de los matriculados en todo el sistema universitario de grado y pregrado se recibe cada año (SPU-Ministerio Educación). El 25% de los estudiantes que se anotan cada año en las universidades estatales no aprobó ninguna materia el año anterior y casi el 20 % en las privadas. (La Nación 16-3-08).

3. Desconexión emocional y apatía.

La excesiva cercanía e indiferenciación de los vínculos actuales, refuerza los temores a la indiscriminación propios de la adolescencia, obligando a los jóvenes a desconectarse emocionalmente de sus padres para encontrar algún tipo de separación. Pero lo que debía ser un mecanismo de defensa instrumental se convierte en un estado cuasi permanente. Este proceso de desconexión les impide la conexión consigo mismos y con sus propios intereses vocacionales y se extiende al resto del mundo externo produciendo desgano, apatía y desinterés general por el mundo del afuera. A partir de allí nada va a resultar “lo suficientemente interesante”. Este mismo proceso de desconexión aparece en los embarazos adolescentes donde la desconexión es tan grande que pueden llegar a cursar gran parte del embarazo sin darse cuenta.

4. Desconexión emocional, impulsividad y fallas en el pensamiento simbólico. Dificultad para jerarquizar en el aprendizaje y en la vida cotidiana. “Todo vale igual”. Visión distorsionada de la realidad.

La falta de incorporación de las jerarquías grande–chico dentro de la familia genera dificultades importantes para diferenciar, categorizar, simbolizar y jerarquizar tanto en el aprendizaje sistemático como en la vida cotidiana. Cualquier frustración puede ser maximizada y cualquier comentario puede ser tomado en forma literalgenerandoangustia, impulsividad y reacciones desmesuradas. Las palabras pierden su dimensión metafórica y adquieren dimensión de cosas por eso los chicos y jóvenes puedenfragilizarse y violentarse ante los comentarios de padres, profesores o de los propios compañeros. La simetría produce una visión distorsionada de la realidad donde solo vale la propia percepción. La desconexión emocional de sí mismos y las fallas en la posibilidad de simbolizar y jerarquizar, explican reacciones violentas como las que se observan cotidianamente, que pueden llegar  hasta el asesinato. Un chico de 12 años puede planificar la muerte de un compañero que lo ofende con sus burlas (Crimen de Ituzaingó, Clarín 2-10-07), un alumno puede apuñalar a otro en una escuela de Villa Gesell (Página 12, 28-3-08), otro adolescente de 15 años en Misiones, asesina a su compañero de 16 durante una discusión por una chica a la salida del colegio (La Nación, 5-4-06); una chica de 13 años es agredida a golpes y patadas por sus compañeras que la consideraban “muy linda” y termina con la nariz fracturada en San Isidro; en Sta Fe, otra joven recibió cortes en la cara( Clarín, 5-4-08) y siete adolescentes cordobeses  pueden prenderle fuego salvajemente a un joven con retraso mental “para divertirse”(Clarín, 17-4-08) entre otros múltiples y graves episodios cotidianos.

5. Conductas fóbicas frente al estudio y el compromiso con una carrera.

La falta de límites provoca una multiplicidad de síntomas y ansiedades fóbicas que aparecen en la situación de estudio, en los exámenes y ante el compromiso con una carrera. La idea de estudiar una carrera les despierta fuertes sensaciones de encierro, agobio o aburrimiento. Sienten un gran temor a quedar atrapados en la carrera elegida, tienen miedo a asfixiarse, a perder su libertad, a que el estudio les impida hacer otras cosas, como estar con los amigos, jugar al fútbol, tocar la guitarra o tener tiempo para no hacer nada. Otros experimentan esas mismas vivencias claustrofóbicas durante el cursado de sus carreras. Muchísimos jóvenes no logran avanzar en sus carreras porque sus conductas fóbicas y evitativas les impiden estudiar. A menudo consultan pensando que se equivocaron de carrera cuando lo que les pasa es que no logran sentarse a estudiar, no pueden concentrarse ni organizar un método de estudio medianamente eficaz, se angustian, se duermen, desarrollan técnicas evitativas y se distraen permanentemente. Por otra parte la mayoría de los estudiantes arrastra también graves problemas de aprendizaje del nivel anterior que también perjudican su adaptación a los estudios superiores.

6. Simetría y mimetización masiva inconsciente con historias de los padres.

 

Simétrico es idéntico, la falta de separación e individuación entre padres e hijos los hace mimetizarse masiva e inconscientemente con las situaciones vitales, edades, historias y situaciones traumáticas no elaboradas de padres y abuelos. Esto que se vivencia cotidianamente en la clínica se puede observar también en los dibujos proyectivos de los jóvenes, en sus propios comentarios y relatos descriptivos, en la inestabilidad o carencia de  apoyos, en las heridas y edades de sus árboles que coinciden en gran medida con las edades de padres y abuelos y también con sus situaciones traumáticas.

 

 

7. Simetría y Violencia en las escuelas: contagio emocional, desprotección frente a la violencia del afuera.

 

La excesiva cercanía e indiscriminación con los padres los hace contagiarse de sus estados emocionales, carecer de figuras protectoras frente a la violencia del afuera. Se produce una verdadera potenciación entre la simetría interna de los jóvenes y las situaciones de violencia de la sociedad actual. La desconexión y distancia emocional con los padres deja a los hijos sin barreras de protección y los expone a todo tipo de contagio emocional y por lo tanto a todo tipo de actuaciones. Muchísimas situaciones de violencia en las escuelas son el resultado de la sobrecarga y contagio emocional con situaciones cotidianas de los padres, compañeros y de los estímulos externos, incluyendo la suministrada por los medios masivos de comunicación, video juegos y nuevas tecnologías interactivas. A los efectos masivos del cine y la TV se le agrega el de las nuevas tecnologías interactivas donde las agresiones y burlas entre jóvenes y a docentes son subidas a blogs y videos on-line como You Tube, produciendo un efecto inmediato de estímulo y contagio.

 

Mucho se ha escrito acerca de la pérdida del poder socializante de los padres a expensas del mercado del consumo y de los medios masivos de comunicación. Pero es importante señalar que este poder se hace fuerte y avasallante, sólo allí donde los padres han perdido su capacidad de protección y diferenciación. Cuando los hijos quedan ubicados como iguales, quedan interiormente solos, sin puntos de apoyo ni capacidad para diferenciar y jerarquizar entre los estímulos del afuera.

Un estudio realizado en el 2008 por las Universidades Nacionales de Bs. As. , Rosario, La Plata, Córdoba, Comahue, Mar del Plata, San Luis, y Tucumán, encargado por el Ministerio de Salud de la Nación, entre 5.697 chicos y chicas de 6 a 11 años de 87 escuelas públicas y privadas, concluyó que el 15 % de los chicos está en una situación de alta vulnerabilidad psicológica, el 4,3% muy alta y el 28% en vulnerabilidad mediana. El mayor problema es la agresividad con el 46% de los casos, el 43% tienen ansiedad y depresión, y el 41% problemas sociales y de atención. (Clarín 6-4-08).

Según otro estudio sobre violencia en la escuela media realizado por investigadores del Instituto Gino Germani  de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA entre 4971 alumnos de escuelas públicas de 21 provincias argentinas, el 52% de los alumnos sufre o ejerce violencia. El 17% de los casi 5000 estudiantes consultados dijo haber cometido un acto de violencia en el último año como golpear a un compañero, amenazar u obligar a otro a hacer algo indeseado para hostigarlo.

8. Deterioro del acceso al pensamiento abstracto.

 

La falta de límites y jerarquías internalizadas dentro de la familia se traduce en un deterioro de sus funciones lógicas que luego impide o dificulta la comprensión y manejo de las categorías abstractas de los estudios superiores como se observa en los fracasos masivos a las universidades nacionales. Un estudio de Elida de Gueventer[3] realizado en 1995 entre los jóvenes escolarizados en los mejores colegios de Capital y Gran Buenos Aires demostró que entre 1971 y 1995 las funciones lógico-abstractas habían pasado de un 71 % de los jóvenes que alcanzaban el nivel esperable al 17,8 %. Y estamos hablando de 1995 y de los jóvenes que tienen acceso a una educación privilegiada, pensemos que pasará ahora en 2009, entre sectores mucho menos favorecidos y también en el resto del país. Por eso es que, por más campañas que se hagan para volcar a los jóvenes hacia las ciencias básicas y las ingenierías, las fallas en su pensamiento lógico-abstracto les impiden sentirse preparados o atraídos por estas carreras. Esto también explica que los jóvenes se vuelquen cada vez más, hacia carreras más prácticas, concretas, que requieren una menor utilización del pensamiento abstracto, como gastronomía, turismo, organización de eventos, producción de radio y TV, diseño gráfico,  relaciones públicas, diseño de indumentaria, etc.

9. Abandono de las carreras, fracaso en los estudios. Pasividad, desubicación y marginalidad.

Las secuelas de la simetría (hiperexigencia, desconexión emocional, desmotivación, apatía, desinterés, intolerancia a la frustración, fallas en el pensamiento lógico, en la actitud y disposición ante el aprendizaje, conductas fóbicas ante el compromiso con la carrera y el estudio y etc.) se combinan con las grandes déficits de las formaciones anteriores y las múltiples presiones del contexto, determinando finalmente el fracaso en los estudios y /o el abandono de las carreras. Los efectos de la simetría se potencian con la reducción del mercado laboral y el aumento de los requerimientos de acceso al mismo,  acrecentando el número de jóvenes que ingresan en la marginalidad.  En mayo del 2003 de acuerdo a datos del Indec eran 1.413.537 los adolescentes” entre 15 y 29 años que no trabajaban ni estudiaban en la Argentina. Hoy según datos oficiales todavía hay más de un millón de jóvenes que están en esta misma situación.

   

 


[1] Se pueden encontrar personalidades simétricas en edades mucho más adultas., pero no es tan generalizada la dificultad para aceptar los límites y limitaciones de la realidad como se observa en las personalidades actuales, que muestran por momentos un verdadero rechazo e  intolerancia frente a ella.

[2] La Organización Vincular es una Institución creada en 1989 por un equipo terapéutico interdisciplinario de intervención en crisis y conflictos de familias, parejas y empresas familiares, que desarrollaron a partir del trabajo en conjunto, una nueva terapia de los vínculos familiares denominada Terapia Vincular-Familiar.  El equipo directivo y fundador de la Organización Vincularestá constituido por la Profesora Nora Mares, especialista en comunicación, lenguaje corporal y emocional; co-fundadora del Instituto Greyg en el año 1970;  co-autora de libro “Este cuerpo es suyo” (Ed. Hachette, 1983); directora de teatro, música y mediadora. Benjamín Zarankin, Médico, psicoterapeuta, con formación de posgrado en la APA entre 1986 y 1990; especialista en Clínica de niños y adolescentes desde 1980; Psicólogo Social, coordinador de grupos terapéuticos, laborales; especialista en redes sociales; miembro de la Sociedad de Terapia Familiar (SATF)  y la autora de este libro.

[3] -Gueventter, E.(1997): Historia para el Futuro, Jóvenes en los últimos 25 años, Ed. Estudio Sigma , Bs.As.