ARTÍCULO PUBLICADO EN REVISTA NUEVA 

Orientacion Vocacional

La elección de la carrera es una tarea cada vez más compleja en un mundo cambiante. La búsqueda del propio lugar en el mundo, es un tema que preocupa a todos.

Como fiel reflejo de la realidad exterior, el mayor miedo de los jóvenes es al fracaso y a no poder concretar sus sueños; a equivocarse en la elección de su carrera: a no poder adaptarse a los estudios universitarios y abandonar; a no conseguir trabajo una vez que se reciban, a no poder adquirir, en definitiva, los recursos para insertarse en este complejo e incierto contexto ocupacional. Así les resulta más difícil organizar proyectos vocacionales consistentes, porque no pueden encontrar dentro de sí un campo de intereses que sea verdaderamente interesante o motivante y si lo encuentran, no logran sostenerlo, porque no disponen de la capacidad de entrega necesaria, ni de la necesaria tolerancia a la frustración.
Esta dificultad para motivarse con el mundo del afuera y para organizar proyectos vocacionales consistentes, se produce cuando los jóvenes no logran dentro de sus familias un buen proceso de diferenciación y discriminación de sus padres.
Es muy frecuente que los padres permitan y mantengan con los hijos actualmente vínculos simétricos, de igual a igual, que confunde a los jóvenes y los coloca en un lugar de saber desde donde no logran estar verdaderamente motivados para aprender. ‘Si yo puedo enfrentar a mis padres de igual a igual, ya soy tan grande como mis padres, ya sé’, y por lo tanto, no tengo mucho para aprender.
Por este peligro de indiscriminación con sus padres también se desconectan emocionalmente de ellos para protegerse y luego quedan desconectados de sí mismos, de sus propios intereses vocacionales y también del mundo del afuera. A partir de allí, nada les importa demasiado.
Esta ubicación como grandes dentro de la casa, les produce además, una gran hiperexigencia en la elección de su carrera, porque no tienen internamente el permiso para equivocarse, ni se dan el tiempo para explorar las diferentes opciones. Por eso viven todo el proceso de elección con un gran sentimiento de inseguridad y exigencia, con un gran temor a equivocarse y al fracaso… Pero por sobre todas las cosas, los adolescentes actuales, tienen miedo a sentirse atrapados en la carrera que elijan, a aburrirse, a asfixiarse y a perder su libertad.
Sería necesario, en mi opinión, agregar al arsenal de recursos que se están desarrollando, actualmente para prevenir el fracaso de los jóvenes en los estudios, el trabajo con los vínculos familiares para ayudarlos a salir de la simetría y permitirles la recuperación del lugar de hijos y consecuentemente, la posición de aprendizaje.

Vínculo padre-hijo

1/Hoy es más demostrativo y cercano, por lo que es más difícil establecer límites y diferencias.
2/La autoridad de los padres es mucho más difícil de sostener en un mundo sin certezas, sin modelos ni apoyos en el afuera, aprendiendo a confiar en los propios valores internos y la propia percepción.
3/Los padres debilitados por la pérdida de confianza en el afuera y por la desconexión emocional de sus propios padres, se sienten frágiles y dependientes del amor de sus hijos.
4/Los mayores todavía no saben contenerlos sin recurrir al viejo autoritarismo. Es necesario aprender a instalar el respeto y la escucha como base para la posterior comunicación y explicación.
5/Los padres no han aprendido todavía a intervenir en equipo, a pedirse ayuda, e incluirse mutuamente delante de los hijos.

 

*Directora de la Escuela de Posgrado en Orientación Vocacional Ocupacional y Asesoramiento Familiar.
Terapeuta Familiar de la Organización Vincular. Miembro de la Sociedad de Terapia Familiar (S.A.T.F).
Lic. en Psicología U.B.A.- Lic. en Sociología U.B.A. Psicóloga Social