Entrevista realizada por la Revista Planetario

Chicos solos por dentro

Entrevista a Claudia Messing

La psicóloga Claudia Messing acuñó el concepto de simetría para visualizar ciertos rasgos de la crianza contemporánea. La idea de que los chicos son criados bajo el signo de la igualdad respecto de sus padres sirve para observar y explicar ciertos comportamientos y vivencias en niños pequeños, no tan pequeños y preadolescentes. Una mirada sobre la crianza para estar alerta.

Por Gabriela Baby

Simetría entre padres e hijos. Efectos de la mimetización inconsciente con los adultos a nivel emocional, educativo, vocacional y social(Noveduc libros) es el título del libro en el que Claudia Messing presenta los resultados de su investigación. Después de haber abordado con batería de tests y cuestionarios a 764 chicos de entre 16 y 27 años de edad, y luego de haber trabajado en su consultorio con familias y chicos durante más de veinte años, Messing concluye que los jóvenes que hoy fracasan en su formación escolar y están desorientados a la hora de elegir una carrera han tenido una crianza basada en una relación de igualdad respecto de sus padres. Esta es la base de un concepto que denomina simetría y que, advierte, “genera problemas desde el jardín de infantes”.

¿Cómo define simetría?
La simetría es una mimetización inconsciente entre el chico y el adulto. Un chico simétrico, desde el año o aún antes, va a dar muestras de que copia al adulto y se siente inconscientemente como un adulto. Esto significa que se coloca en paridad con los padres, se cree autosuficiente en forma imaginaria y esto da una cantidad de síntomas y dificultades que son nuevas. Para decirlo de una manera sencilla, el chico antes incorporaba la diferencia grande/chico. Y ahora esto no ocurre: no hay jerarquías claras, ni diferenciación con sus padres. Y esto genera muchos problemas: desde el comportamiento en el jardín de infantes hasta la posibilidad de definir una carrera y ser consecuente con la decisión.

¿Qué origen tiene la simetría?
Se trata de un componente nuevo en el vínculo padre-hijo. Los padres tratan a sus hijos como adultos: como si supieran hacer, pensar y resolver situaciones de la vida cotidiana que los chicos, por su edad, no pueden afrontar. La simetría es una alteración -que se da en el psiquismo- que tiene que ver con el cambio en los vínculos familiares que se originó en la década del sesenta, cuando los hijos comenzaron a cuestionar la autoridad y el autoritarismo -o los rasgos autoritarios de la crianza- y se pusieron de igual a igual con sus padres. Esos hijos -nacidos a partir de la década del sesenta- que ahora son padres transmiten la simetría a nivel inconsciente.

En un punto tiene que ver con la historia de crianza de los padres actuales.
Sí, la generación de padres de entre 25 y 40 años posiblemente se vaya a encontrar con muchas dificultades con sus hijos desde pequeños. Porque esos padres fueron criados en una situación de simetría. Entonces, les cuesta armar la asimetría con su hijo, es decir, les cuesta armar el lugar de contención y límites para sus hijos, por sus propias dificultades como hijos simétricos. Aunque lo que se ve de las relaciones entre esos padres y sus propios padres es un vínculo afectivo excelente. Por ejemplo, en la investigación que yo hice con 741 jóvenes, el 80 % dijo que el vínculo con sus padres era excelente.

Más allá de la concepción teórica, ¿cómo es un chico simétrico?
Obviamente no existe un modelo, pero se pueden marcar algunos aspectos. La simetría se puede ver en un chico de jardín de infantes cuando habla y se comporta como un adulto. Pero el gran problema es la contención de los chicos en esta época. Porque un chico que cree que es autosuficiente confía demasiado en sí mismo, y esto le dificulta aceptar la contención de los padres y también la puesta de límites. Además, son muy autoexigentes y les cuesta aceptar un proceso de aprendizaje. Los chicos simétricos pueden manifestar también terrores nocturnos terribles. Se asustan mucho, pero no confían en los padres suficientemente y se quedan con la pesadilla. Todo esto indica que el chico está solo por dentro. Un dato ilustrativo de este tipo de vínculo, además, es que muchos llaman al padre o a la madre por el nombre.

Criar en la diferencia
“Padres criados bajo la simetría crían hijos bajo el mismo signo simétrico”, señala Messing. La pregunta del millón, entonces, es ¿cómo quebrar este círculo vicioso?
“Ocurre que los padres, criados en la simetría, pueden pretender que el chico se autocontenga. Pueden inconscientemente pedirle al chico que sea más adulto de lo que es. Pueden ignorar la importancia decisiva de su rol y no ejercitar correctamente la contención del chico. Ningún chico se contiene por sí mismo. Por eso tanta impulsividad, tanto ADD, cuando en realidad estamos hablando de una descontención.”, advierte Messing.

Según esta visión, el cambio de paradigma en la crianza no ha resultado del todo positivo.
Digamos que tiene sus pros y sus contras. Porque hay que destacar que la crianza ha cambiado favorablemente en este tiempo: los padres son más cariñosos, más demostrativos y están más cerca de sus hijos. Pero la simetría es un componente inconsciente: hay algo en la crianza que funciona de otra manera y transmite a los chicos una posición de igual a igual. Y esto no es bueno para los chicos.

Falta de límites, descontención, problemas en el estudio: el concepto de simetría parecería abarcar varios temas.
Sí. Es un concepto transversal. Porque hasta ahora se viene hablando de dificultad en la puesta de límites y de múltiples síntomas que los chicos muestran. Pero no se habla de simetría inconsciente. Sabiendo que esto existe, es más fácil para un padre encarar una ayuda para sus hijos. Y en la vida diaria, ejercer la paciencia, pedir que el chico confíe, que se deje ayudar.

¿Se trata de desarrollar la confianza del chico en sus propios padres?
El movimiento es hacer que el chico confíe en los padres, porque la confianza que tienen los chicos simétricos en ellos mismos desaparece en un segundo frente a un problema que no pueden resolver. Pasan de un estado de autosuficiencia total a la baja autoestima y a la sensación de fracaso total. Entonces, de jóvenes se desmotivan rápidamente cuando algo no les sale bien; porque esperan todo de sí mismos y también de los padres. En este punto es interesante reflexionar sobre la definición de simetría. Según el diccionario, la simetría es la correspondencia exacta en las formas, tamaño y posición de las partes de un todo. Ellos se ven como las partes simétricas, iguales, de un todo que incluye a los padres. Entonces, el chico dispone de los padres como si fueran sus brazos, sus piernas. Esta cercanía, al no producir suficiente individuación, produce falta de fronteras.

¿Como inciden el no poder diferenciar y jerarquizar en la escuela?
Frente al estudio, a la tarea escolar y a los saberes manifiestan varios problemas. La principal consecuencia de la simetría es la autoexigencia que les impide esperar el tiempo que lleva aprender algo. Además, como no hay jerarquías, todo vale igual, todo es igualmente importante. A partir de ahí, es difícil, por ejemplo, deducir las ideas principales de un texto. O jerarquizar ideas abstractas a la hora de estudiar. La investigación realizada comprobó que la capacidad para el pensamiento abstracto de los jóvenes ha disminuido. Quiere decir que falla el pensamiento simbólico porque las palabras se toman como algo literal. Todo es decisivo, todo es muy serio: no hay posibilidad de relativizar o de abstraer. Un insulto, por ejemplo, es motivo de agresión, por eso hay tanta violencia en la escuela.

Entonces, ¿qué se puede hacer frente a este panorama que usted indica como algo generacional y generalizado?
Los padres tendrían que saber que esto es generalizado y que pueden trabajar mucho para reconstituir ese orden. Lo más importante que puede hacer un padre es aprender a comunicarse con sus hijos y poder contenerlos. Desde que son chicos, la contención; cuando son más grandes, la comunicación. El padre puede mostrarle la asimetría a través de la vida cotidiana del chico: mostrarle que es un ser humano pequeño, en crecimiento, que puede aprender, que es normal que se equivoque. El padre tiene que ordenar jerarquías y pautas. Se necesita entonces más firmeza. Más fortaleza interior. Más recursos. Más capacidad para dar reglas y límites. Para ello, el padre tiene que registrar su propia simetría. Y esto implica descubrir cuándo espera que el chico se autocontenga, cuándo el chico se frustra porque no hizo algo que el adulto quería que hiciera. En definitiva, se trata de trabajar la simetría que uno pone respecto de los chicos. Porque el origen de la simetría se da cuando el adulto se desubica y espera que el chico actúe como un grande. Y lo que un hijo necesita básicamente, es ser mirado como hijo.


Messing Dixit
“La posición de paridad y simetría que se transmite inconscientemente, luego se confirma a través de múltiples actitudes cotidianas tales como el exceso de confidencias, de protagonismo, de explicaciones, de dependencia emocional, de falta de límites y confusión de roles, de confrontación con ellos (los chicos) de igual a igual, que los termina confirmando y reafirmando en este lugar de iguales.
La simetría es una mimetización, una copia, una identificación masiva inconsciente con el lugar del adulto y con sus historias, que ubica a niños y jóvenes en una posición de seudoadultez imaginaria, de autoabastecimiento emocional, de completud, autosuficiencia, saber y poder, como pares de sus padres o por encima de los propios adultos. La simetría provoca una gran autoexigencia interna como síntoma privilegiado, porque ‘ya tendrían que poder y saber’ sin darse tiempo para esperar y aprender. Así, niños y jóvenes quedan solos interiormente aunque sean absolutamente dependientes en la realidad, sin poder internalizar el apoyo en sus figuras parentales, en una situación de estrés y exigencias interior, con gran deterioro de la actitud, posibilidad y motivación hacia el aprendizaje y el conocimiento”

Messing, Claudia. Simetría entre padres e hijos. Efectos de la mimetización inconsciente con los adultos a nivel emocional, educativo, vocacional y social. Noveduc libros, Buenos Aires, 2010.